Chica de río

Londres. Raymond (Hugh Laurie), un empleado de banca loco por la samba, acaba de encontrar a su mujer marchándose de vacaciones con su jefe. Nuestro hombre regresa aturdido a su puesto de trabajo. Calcula que pasará la Nochebuena solo, y en un instante de pesimismo absoluto decide salir del banco con una bolsa llena hasta los bordes de billetes, directamente hacia el aeropuerto. El hasta entonces gris oficinista, vibra pensando en Orlinda, la reina de la samba, su musa de papel. Rio de Janeiro. Nada más aterrizar, un peculiar taxista se cruza en su camino, Paulo (Santiago Segura). El tipo más abandonado le ofrece el taxi más limpio del aeropuerto. Paulo es perro viejo tratando a los turistas y rápidamente se ofrece a resolverle la estancia, incluso se compromete a localizar a la verdadera Orlinda (Vanessa Nunes). Por tu bien, la mujer de tus sueños no debe nunca escapar de la portada de las revistas. Raymond ha paseado con descuido sus abundantes billetes y la historia se precipita. A la mañana siguiente, despierta desconcertado en su paradisíaca suite: Orlinda se ha fugado con todo su dinero, justo cuando el ingenuo británico ha decidido volver a su país y restituir el dinero para evitar la cárcel. En la ciudad más caótica del planeta, sólo un taxista fiel puede salvarte la vida. Paulo se apiada de Raymond y juntos marchan en busca de su dinero, que a buen seguro está en manos del crimen organizado que vive en las favelas. Raymond va a necesitar más ayuda que la del arrepentido conductor para recuperar su pasta, encontrar a su chica y devolverle el sentido a su vida. Y apenas cuenta con cuarenta y ocho horas para todo.

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