En el año 2014 el director Wang Bing introdujo su cámara en un manicomio y con ella examinó las rutinas diarias vividas dentro de esos muros. Ahí los internados son segregados entre hombres y mujeres y son encerrados tanto los que han sido condenados tras cometer un asesinato como los que se han metido en una pelea o sencillamente no podían ocuparse de su propia existencia a causa de una discapacidad mental. Vemos desde los casos que llevan internados veinte años y los recién llegados. Los olvidados por el mundo y los que reciben visitas periódicas de sus familiares. Los frenéticos y los ensimismados. Un gran retablo acerca del estado de una institución que en teoría debería servir para recuperar a las mentes atribuladas pero que en verdad sólo sirve para apartar de la sociedad a aquellos que molestan.