30/11/2008 | Forasteros, una película condenada al extravío | Vaya por delante mi respeto y consideración a todo el equipo artístico y técnico, que se vuelca en plasmar de la mejor manera que sabe y puede todo este entretejido temático que aborda FORASTEROS, nueva entrega del director Ventura Pons. Pero como escribir es ante todo un acto de honestidad, no pienso hacer oídos sordos a esta máxima, así que lamento decirles que he asistido una vez más a una fallida interpretación del drama como género o como mínimo a una hibridación(drama / melodrama) que no termina de cuajar, permitiendo que los clichés, las caricaturas y los desbordamientos ocupen el lugar de las interpretaciones convincentes, la fotografías con profundidad dramática y sobre todo el control de las emociones. La trama de FORASTEROS cabalga a lo largo de ocho lustros, vistos a través de la vida de una familia catalana de clase media, que se ve sobrepasada por los miedos, las frustraciones, el ciclo hereditario de enfermedades terminales, podredumbres , miserias, sobre todo las que habitan dentro de cada uno de nosotros y los prejuicios raciales que impiden asumir la convivencia entre personas de culturas diferentes como un proceso lógico de modernidad y reconocer la integración como un fenómeno de voluntades compartidas más allá de las diferencias. Tengo la impresión que la dirección se ha visto superada por la seducción y el embrujo de lo teatral que dinamita y se impone a lo que debiera ser el curso fluido, espontáneo de la narración cinematográfica. El recurso dramatúrgico del paralelismo, se ve empobrecido por el exceso de su uso, reduciendo su efectividad dramática al mínimo y en ocasiones convirtiéndolo en una especie de agresión para la inteligencia del espectador. El diseño interpretativo se mueve entre la cercanía y el tono moderado que supone actuar en y para el cine, y el exceso histriónico como ocurre con la actriz Anna Lizaran, que por momentos nos acerca a una magistral clase interpretativa y en otros nos agobia y distancia con la proyección grandilocuente más propio de un escenario teatral que de la interpretación delante de una cámara de cine capaz de captar y connotar hasta el más imperceptible gesto. La resultante interpretativa una especie de coral disonante, en la que cada uno tira por donde mejor entiende. Mientras veía la película recordaba aquella premisa que decía: contar en el cine es ante todo una obligación visual. Y creo que es precisamente esta premisa la que ha olvidado o al menos sustituido Ventura, por textos interesantes pero más propios de otros géneros narrativos. No obstante el cineasta que habita en él logra revelarse casi en los últimos momentos de la trama, y con pinceladas de maestro logra redondear la tesis de su obra: “¡Cómo es Europa? Bonita ¿verdad? Sí bonita, muy bonita, si te la miras por fuera como un turista. Por dentro ¡es esto! Dice la dominicana, devenida futura heredera del patrimonio familiar(trabajo interpretativo de la actriz Marieta Sánchez digno de destacar por su frescura y credibilidad) luego la cámara baja hasta el vómito que ensucia el embaldosado de la casa familiar .Perfecta armonía entre los dos discursos(visual y textual) que precisamente se hecha tanto en falta a lo largo de toda la película. Sinceramente creo que si este hubiese sido el estilo elegido por el director para contarnos su historia ahora nos faltarían adjetivos para definir algo tan difícil como una obra de arte. Lamentablemente no han sido suficientes casi 120 minutos de proyección para eximir a Forasteros de ese grupo de películas condenadas al extravío | fausto del Real
