Con el regreso de la democracia en 1983, el cine argentino debió levantarse de un duro período de bajas producciones de paupérrimo gusto y calidad. Su producción subsiguiente estuvo compuesta en su mayoría por películas que revisaban, casi automáticamente, el pasado reciente de torturas, desapariciones, y muerte. Sin embargo, estas producciones por lo general carecían de análisis, y aún contaban con serias dificultades técnicas y narrativas, legado natural de una industria agónica. Cautiva es, para los argentinos, otra película más sobre la dictadura. Es principalmente una película de claro interés for export. Es también un film que se permite el análisis histórico-político, pero apelando a una historia de vida como eje central. La historia de Sofía, que se crió como Cristina, y a los quince años se enteró que sus padres no eran los que creía, y que su vida entera no le pertenecía, es la historia de muchos y muchas, y funciona como ejemplo paradigmático de las heridas abiertas de una época de terror. En ese sentido, tanto la excelente construcción y camino del personaje, como la estupenda interpretación de Bárbara Lombardo, sobre quien recae todo el peso de la trama, son los puntos más importantes de la película. El resto del elenco acompaña muy bien, en especial la cálida abuela que vive encerrada en una casa donde el tiempo se detuvo décadas atrás, interpretada por la tristemente desaparecida Susana Campos. desde un punto vista por demás noble, y que escapa a los lugares comunes ideológicos, dejando en síntesis una película honesta que debe servir como material educativo, para entender lo sucedido treinta años atrás, en un herido país de Sudamérica
MUY WENA