Año Mariano

Mariano es un perfecto "colgao" que sobrevive como distribuidor de cassettes de ínfima calidad en bares de carretera. Su vida transcurre entre hostales de mala muerte y puticlubs aún peores, hasta que una noche, con el alcohol como fluido corporal mayoritario, tiene un despiste al volante que le hace terminar con su coche en medio de una plantación clandestina de marihuana. Justo cuando la Guardia Civil se dispone a hacerla desaparecer por el habitual procedimiento de incineración. La combustión del alucinógeno le produce tal colocón que se le aparece la Virgen. Literalmente, ya que la casualidad hace que en ese momento pase a su lado una procesión rogativa para la lluvia. Comienza a llover y Mariano, en pleno delirio, afirma haber hablado con la Virgen. La gente le cree y ya la tenemos liada. Gracias a los cuidados de una monja y a los servicios de Toni Towers, un avispado showman y productor de espectáculos de medio pelo, Mariano se convierte, de la noche a la mañana, en un santón iluminado, en el guía espiritual de una comunidad, cada vez mayor, de atribulados creyentes que peregrinan a un soberbio santuario construido a mayor gloria de la Virgen, para oír las pláticas de nuevo representante terrenal y dejar sus donativos. El acontecimiento atrae a los medios de comunicación más amarillentos y una guapa periodista se convertirá para Mariano en una nueva aparición. Lo que empezó como una road movie casposa, se transforma en un fresco social cutre en el que no faltan un sargento-sheriff de la benemérita, un alquimista anglosajón, un bohemio fabricante de quesos y un especulador inmobiliario poco escrupuloso, entre otros personajes. Los acontecimientos se precipitan y se complica la nueva vida de Mariano como telepredicador en versión mesetaria, que arrastra multitudes hacia no se sabe dónde.

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