Javier Rebollo en su primer largometraje (no confundir con su tocayo vasco) nos deleita con un verdadero ejercicio de puro cine. De tempo cercano a los de Erice o Kiarostami esta cinta nos enseña cómo se pueden decir dos personajes distantes te quiero sin compartir plano o pronunciar palabra en 112 min. La historia de corte dramatico nos da ocasión para sonreir, recordandonos incluso al cine de Tati en ocasiones. La dirección de arte perfectamente hilvanada a lo largo de una narración que pasa por tres marcos físicos completamente distintos (París, Callais, La Mancha)y la fotografía de magníficos encuadres donde no llega "el otro cine español" acompañan perfectamente en esta perfecta orquestación que dirije con tan buen paso este joven director. Bravo por una apuesta de verdadero cine en nuestro país. Javier Rebollo apostó por el lado más alejado del cine comercial para inaugurar su carrera fuera de la televisión y su larga trayectoria de cortometrajes de éxito. Sin duda la taquilla española no le consagrará por una propuesta tan clásica que es vanguardista pero le auguramos una brillante carrera.