El 11 de julio de 2007 alguien robó la billetera de un juez polaco y gastó unos 500 euros con sus tarjetas de crédito. Dos meses después, la policía detuvo a Claudiu Crulic, un rumano de 33 años que viajaba frecuentemente a Polonia a comprar mercadería para revender en su país. Crulic alegó (y demostró) que el día del robo había estado en Italia, las autoridades prefirieron creer que un par de viejos arrestos probaban su culpa presente. La falta de respuesta a sus súplicas ante el consulado rumano llevó a Crulic a iniciar una huelga de hambre, que terminó a comienzos de 2008 de la peor manera: Crulic murió cuando la aguja con que –tarde– intentaban alimentarlo a la fuerza le perforó un pulmón. En ese trágico punto final de una historia demasiado cruel hasta para llamarla kafkiana arranca este documental soberbiamente animado (con dibujos a la acuarela, collages y stop-motion), en el que la voz imaginaria de Crulic relata desde el más allá la inexplicable pero, sobre todo, imperdonable combinación de arbitrariedad, desidia y maldad pura y dura que lo llevaron allí.
Sandrine Bonnaire | ||
Vlad Ivanov | Crulic | |
Jamie Sives | Narrador |