La cámara de Wiseman se introdujo en el interior de una prisión psiquiátrica de Massachussets, dónde pudo rodar imágenes que captan la rutina dentro de la institución. La crudeza de sus imágenes, que testimonian los absusos por parte de guardas y médicos, hizo que algunos estados de Estados Unidos prohibieran su exhibición pública. En medio de esa atmósfera opresiva, una de las contadas válvulas de escape es un concurso de talentos dónde los internos pueden explayarse y hacer pequeñas representaciones.