Diego y Clara acaban de conocerse y sin embargo, de la noche a la mañana, deciden irse a vivir juntos. Su nueva casa es un chalecito en medio de la gran ciudad y está dividida en dos plantas. En el piso de arriba vive el dueño, José, y el de abajo, el que se alquila, tiene la rara peculiaridad de tener sus paredes cubiertas de pintadas.