En 1967, el éxitoso director de cine Jacques Demy, llegó a la pequeña ciudad portuaria de Rochefort junto con su director de arte buscando decorados alegres y casi surrealistas para su próximo musical "Les Demoiselles de Rochefort".
Veinticinco años más tarde, un montón de cosas han cambiado, excepto los recuerdos de la gente que trabajó en la película, y de la gente del pueblo.