Juego de Confidencias

El detective Jeffrey Cole, un recien licenciado de la academia de policía, ya ha demostrado su valía como "topo de narcóticos" del cuerpo en ciertas exitosas misiones arriesgadas de las que en alguna ocasión se ha librado por los pelos. Arrogante y seguro de sí mismo, consciente de la fama de buen policía que va adquiriendo, afirma con orgullo que nadie más puede igualarle en la peligrosa y hasta ahora fracasada misión de dar caza a Dwayne Gittens, alias "Dios", el terrible jefe negro originario de Nueva Jersey que se sospecha controla el 80% de la venta clandestina de crack en la ciudad de Cincinnati, parapetado en su inexpugnable base de operaciones instalada en el ghetto de la ciudad, en donde ha forjado el mayor imperio de la droga de todo el estado de Ohio. Sin embargo, tras la engreída apariencia de Cole, existe un respetuoso amante del orden y de la justicia que, teniendo sus raíces en el mismo ghetto al cual ahora pretende regresar como "topo", afirma que desde los 10 años ha querido cambiar las cosas y deseado ejercer la especialidad en la que está consiguiendo tanto prestigio, en su proyecto personal, dice haber existido siempre la voluntad de conseguir que las calles sean más seguras y de procurar para los niños mejores oportunidades en la vida, teniendo siempre presente su propia infancia hecha de terribles experiencias y expuesta a las injusticias del crimen y la pobreza. Pese a las iniciales reticencias de su superior, el capitán Preston D'Ambrosio, quien le ve algo verde para una misión de tal envergadura, acepta finalmente encomendarle el caso y le incluye en un equipo de "topos" en el que tendrá como compañera a la veterana detective Angela Wilson, con quien sostendrá no pocos y acalorados enfrentamientos. Una vez dentro del clan, no le resulta fácil a Cole granjearse la confianza de "Dios", quien se asemeja claramente a una especie de "Don Corleone" negro, sus más próximos acólitos se preguntan extrañados cómo, en el curso de los dos últimos años, el "nuevo" ni ha vendido ni consumido droga, ni tampoco asesinado a nadie cuando se le ha encomendado alguna misión. Sin embargo, su dominio del argot callejero y la actitud que mantiene, acaba por convencerles de que es uno de los suyos. Cole, para mantener su papel, va a tener que afrontar situaciones verdaderamente críticas, con cada nuevo amigo que hace, y con cada nueva situación que afronta, cada vez se sitúa un paso más cerca del hombre a quien trata de cazar y un paso más lejos de su auténtico "yo".

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