Australia no debería haber oído nunca hablar de Darryl Kerrigan. Tampoco debería haberse interesado por los esfuerzos de este camionero, padre de cuatro hijos. De hecho, la familia Kerrigan debería estar viviendo todavía en el número 6 de la calle Highview Crescent (Cooloroo), en la más absoluta oscuridad. Nada en sus vidas podía anticipar tal cambio. Su casa estaba en el barrio más modesto, rodeada de coches aparcados. En la parte de atrás, cuatro galgos y decenas de cajas con botellas vacías. Muy cerca, sobre sus cabezas, se alza una torre de alta tensión, y en la pista de aterrizaje de al lado, nada más pasar la valla trasera, se sucede un inagotable ir y venir de aviones. Así que si alguien hubiera planeado una ampliación del aeropuerto vecino no estaría demasiado preocupado. Máxime cuando cinco destartaladas casas edificadas sobre un terreno sin valor alguno eran el único impedimento. La correspondiente expropiación debería llevarse acabo sin ningún problema... ¿o no? Ésa es la razón por la que sabemos tanto cerca de Darryl Kerrigan, Y es que para él nunca se había tratado de una simple casa: era su hogar y se trataba, además, de un hogar muy feliz. La historia que se explica en Teh Castle es de cómo Darryl y un humilde abogado de provincias, acabaron en el Tribunal Supremo de Australia, luchando por su causa.
Ulrich Mühe | K. | |
Susanne Lothar | Frieda | |
Frank Giering | Artur | |
Felix Eitner | Jeremias | |
Nikolaus Paryla | Vorsteher | |
André Eisermann | Barnabas | |
Dörte Lyssewski | Olga | |
Inga Busch | Amalia | |
Hans Diehl | Erlanger | |
Norbert Schwientek | Bürgel |