Al huir de las iras de un marido engañado, el conde de Almaviva conoce a la bella Rosina que viaja con su tutor, don Bartolo, empeñado en casarse con la joven y manejar su dote. Rosina se traslada a Sevilla y en pos de ella va el conde quien piensa recurrir a su fiel criado Figaro, ahora barbero, para que le ayude a conquistar a la chica.