Días azules

Galicia, un verano de hace once años. Tres hermanos muy unidos, Boris, Carlos y Álex, llegan a Ferrol para pasar su último fin de semana allí. Desde la muerte de su padre, ocho años antes, Carlos, de 26 años, se encarga de administrar un negocio familiar, una imprenta. Boris, el mayor, de 28 años, es un bala perdida, un vividor que sigue en tercero de Derecho, y que con su osadía y su inmadurez es un foco de diversión y de tensión. A Álex, el pequeño, de 23 años, acaban de concederle una beca Fullbright para hacer un máster en Estados Unidos, y es en lo que todos confían para que triunfe en la vida. Estos días allí tienen un sabor agridulce, porque vienen a despedirse de la casa familiar en la que llevan veraneando toda su vida: acaban de venderla y eso también supone la despedida de su juventud, el cierre de toda una época. Y se desahogan tirando piedras contra el cartel de SE VENDE que colgaba desde hace tiempo en la entrada de la casa. Los hermanos tienen un grupo de amigos y amigas entre los que se encuentra Belén —la novia y futura mujer de Carlos—, su amiga Genoveva —secretamente enamorada de Carlos— y Germán, el mejor amigo de Álex. Álex se enamora a primera vista de Estela, una guapa chica de la villa. A pesar de su timidez, gracias a Boris y a sus dotes de seductor, consigue conocerla. Y descubre que ella también está enamorada de él. Boris, por su parte, se inquieta al darse cuenta de que en el muelle hay un velero fondeado que está buscando un tripulante para zarpar hacia Brasil. Y se lo está pensando. Y Carlos se da cuenta de que ya no sabe si está enamorado de Belén o de Genoveva. Cuando Boris, al anochecer, va hacia el muelle para embarcarse en el velero, tiene lugar un hecho que cambiará su vida para siempre. Pasan los años, y los tres hermanos vuelven a reunirse en el mismo lugar, un lugar al que esperaban no tener que volver nunca más...

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